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domingo, 22 de septiembre de 2019

100 Preguntas sobre los pueblos indígenas de México

http://www.nacionmulticultural.unam.mx/100preguntas/pregunta.php?num_pre=13

1.- ¿Indios, indígenas, pueblos indígenas?

Las categorías "indios", "indígenas", "pueblos indígenas", "poblaciones indígenas", "etnias", "grupos étnicos", "grupos etno-lingüísticos" y, como es usual en ciertos países, "pueblos originarios" o "primeras naciones" fueron elaboradas y aplicadas en el curso de complejos procesos históricos y en contextos sociales y políticos diversos, llenándose de contenidos distintos, polémicos y muchas veces contradictorios entre sí. Numerosos juristas, científicos sociales y organizaciones indígenas —aun adoptando alguna de estas categorías, como la de "pueblos indígenas"— han señalado que se trata de denominaciones herederas de concepciones coloniales, de generalizaciones con escaso valor explicativo. Guillermo Bonfil, desde una posición que podríamos llamar indianista, escribió: "La categoría de indio, en efecto, es una categoría supraétnica que no denota ningún contenido específico de los grupos que abarca, sino una particular relación entre ellos y otros sectores del sistema social global del que los indios forman parte. La categoría de indio denota la condición de colonizado y hace referencia necesaria a la relación colonial" (Bonfil, 1995: 342). Otros, en cambio, defienden su uso genérico o específico, tratando de precisar su contenido: la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y el Convenio N° 169 sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) constituyen dos ejemplos importantes de esta última orientación. El Estado del desarrollo económico y social de los pueblos indígenas. Primer informe, publicado por el Instituto Nacional Indigenista (INI) y el Programa de las Naciones Unidas (PNUD) en el año 2000, señala: "Indígena. Concepto de origen colonial que define a una población que comparte una tradición cultural de raíz prehispánica, la cual se reorganiza y funda sus características formales en el marco de la sociedad novohispana y que retiene entre sus rasgos más importantes el hablar una lengua amerindia o el asumir una identidad con esa tradición" (INI, 2000: 836).

Alfonso Caso, en su famoso artículo de 1948 "Definición del indio y lo indio", señalaba:


En resumen, son cuatro, a nuestro entender, los criterios más importantes para lograr la definición del indígena: el biológico, que consiste en precisar un importante y preponderante conjunto de caracteres físicos no europeos; el cultural, que consiste en demostrar que el grupo utiliza objetos, técnicas, ideas y creencias de origen indígena o de origen europeo pero adoptadas, de grado o por fuerza, entre los indígenas, y que, sin embargo, han desaparecido ya de la población blanca. Estos rasgos deben ser, también, preponderantes en la comunidad. El criterio lingüístico, perfecto en los grupos monolingües, aceptable en los bilingües, pero inútil para aquellos grupos que ya hablan castellano y, por último, el criterio psicológico, que consiste en demostrar que el individuo se siente formar parte de una comunidad indígena [...] Es indio aquel que se siente pertenecer a una comunidad indígena, y es una comunidad indígena aquella en que predominan elementos somáticos no europeos, que habla preferentemente una lengua indígena, que posee en su cultura material y espiritual elementos indígenas en fuerte proporción y que, por último, tiene un sentido social de comunidad aislada dentro de las otras comunidades que la rodean, que hace distinguirse asimismo de los pueblos de blancos y mestizos [Caso, 1996: 337].


Luis Villoro y Rodolfo Stavenhagen, señala Aguirre Beltrán, criticaron esta idea de Caso por considerar, el primero, que "la definición de dicho tipo de comunidad queda restringida a las comunidades indígenas aisladas dentro de otras comunidades y que poseen determinadas características raciales y lingüísticas; con lo que [la definición] limita excesivamente la noción de indio"; el segundo, a su vez, porque "reduce la calidad de indio a un sentimiento subjetivo y evoca, a pesar de él, consideraciones raciales" (Aguirre Beltrán, 1990: 284, n. 5).

Inspirándose en la definición de Caso, el 2° Congreso Indigenista del Cuzco (1949), aprobó como definición oficial la siguiente:


El indio es el descendiente de los pueblos y naciones precolombinas que tienen la misma conciencia social de su condición humana, asimismo considerada por propios y extraños, en su sistema de trabajo, en su lengua y en su tradición, aunque éstas hayan sufrido modificaciones por contactos extraños. Lo indio es la expresión de una conciencia social vinculada con los sistemas de trabajo y la economía, con el idioma propio y con la tradición nacional respectiva de los pueblos o naciones aborígenes [ibid.: 285-286].


Arturo Warman señala que el concepto de indígena


hace mucho que dejó de ser una categoría jurídica para ubicarse en el elusivo terreno de los usos y costumbres como un precepto impreciso y poco riguroso que, sin embargo, condiciona las relaciones sociales con los supuestos descendientes de los pobladores previos al contacto o colonización. Establece una categoría social informal de contenidos confusos, delimitada con fronteras inciertas y variables, que divide y segrega, que opera y tiene consecuencias graves [...] jurídicamente preciso en la época colonial, se extendió y se volvió difuso en el siglo XIX bajo el influjo del pensamiento racista y evolucionista. Se aplicó a grupos que no conservaban lenguas y tradicionales indígenas y que probablemente eran mestizos pobres y rurales. En el siglo XX, cuando menos en el discurso público y en el pensamiento ilustrado o informado, el ámbito de aplicación del concepto indígena se redujo a quienes eran portadores de una lengua y tradiciones asociadas [Warman, 2003: 38-39].


Guillermo de la Peña, en un texto incluido en el Primer informe INI-PNUD mencionado antes, escribe:


Desde el punto de vista del análisis social, lo indio debe entenderse como una dimensión identitaria —más que nunca, hoy en día—, y como tal debe tratar de registrarse. Por supuesto, es importante seguir capturando información sobre las lenguas vernáculas —cuyos hablantes no han dejado de aumentar en números absolutos—, la indumentaria y otros rasgos culturales, entre los que habría que destacar la participación en instituciones comunitarias. Pero la atención debe fijarse principalmente en la identidad asumida: si una persona se considera o no indio, indígena o miembro de una etnia. Y como la identidad siempre implica sentido de pertenencia a un grupo, debe establecerse cuál es el grupo de referencia pertinente: la comunidad, el barrio o vecindario, la familia, la parentela, la asociación ritual o la organización étnica militante. Es necesario pensar en lo indio como un concepto análogo, no unívoco ni equívoco, donde pueden darse distintas combinaciones de componentes para distintas situaciones. En la ciudad y en el campo e incluso en el extranjero. Sobre todo, es urgente remplazar los estereotipos y reificaciones por una visión de los indios como sujetos de su propia historia y constructores de su propio futuro [De la Peña, 2000: 25].


El eco de toda esta amplia e inconclusa discusión nacional y mundial ha quedado reflejado en la definición no de "indio" o "indígena",sino de "pueblos indígenas" contenida en el documento de mayor aceptación internacional: el Convenio 169 de la OIT, al que aludiremos más adelante.

2.- ¿Qué se entiende por comunidad indígena?

La de "comunidad" es quizás la categoría más usada por la antropología para referirse a la estructura social básica, suprafamiliar, de los pueblos indígenas. La historia del concepto da cuenta de una amplia y quizás no concluida polémica, en la que a la diversidad de posiciones de antropólogos y sociólogos se suman las nuevas acepciones que reviste el término cuando ingresa en los discursos jurídico y político. Parte de la ambigüedad o de la polisemia de la expresión proviene también del hecho de que frecuentemente "comunidad" ha sido usada como sinónimo de "localidad" (como unidad demográfico-territorial), "pueblo", "paraje" e incluso de "población indígena". En no pocos textos del indigenismo se habla frecuentemente de la "comunidad indígena" y la "comunidad nacional" mestiza.

En México, la caracterización de la comunidad indígena está indisolublemente ligada al enfoque que derivó de la profusión de estudios de comunidad llevados a cabo a partir de 1930, tendencia inaugurada por la célebre monografía de Robert Redfield sobre Tepoztlán y, sobre todo,


cuando aparecieron las obras de Redfield y Villa Rojas sobre los mayas de Yucatán, la de Taylor sobre los blancos de Arandas, la de Elsie Clew Parsons sobre los zapoteca de Mitla y la de Spicer sobre los yaqui de Arizona; la marea, sin embargo, subió considerablemente durante la década siguiente. Realizaron trabajo de campo y publicaron monografías sobre comunidades —popoluca, mije, tarasca, tzeltal, tzotzil, nahua, totonaca, mestiza— Foster, Beals, Cámara, Ospina, Calixta Guiteras, Corona Núñez, Pozas, Carrasco, Palerm, Isabel Kelly, Brand, de la Fuente y, finalmente, Lewis, a quien tocó cerrar el ciclo con su reestudio de Tepoztlán [...] Por este camino, la comunidad pasó a convertirse no sólo en la unidad espacial, social y cultural más adecuada para observar y conocer al indio sino, además, en la unidad capaz de definirlo [Aguirre Beltrán, 1990: 290-291. El subrayado es nuestro].


Respecto de la existencia histórica de la comunidad india, Héctor Díaz-Polanco señala que ésta "había existido antes del régimen colonial"; sin embargo,


uno de los resultados más notables del proceso de dominación colonial fue la creación de la comunidad como núcleo sociocultural en el que encontraron abrigo las nuevas y múltiples identidades conformadas a lo largo de tres siglos. Las congregaciones y reducciones dieron lugar a "los pueblos de indios", jurídicamente concebidoscomo repúblicas de indios. El cambio correspondía a un vasto proyecto de redefinición de espacios y reubicación de lapoblación que, si bien aseguraba el control social, político y económico sobre los grupos subordinados, dio lugar al mismo tiempo a una entidad inédita: la comunidad india [...] Se debe advertir que las comunidades étnicas de hoy no constituyen meras reminiscencias del pasado ni ruinas prehispánicas, pues a lo largo del proceso colonial continuaron evolucionando, y durante la vida independiente han ido experimentando graduales adaptaciones que las hacen entidades enteramente contemporáneas. Es indiscutible su estrecha articulación con las sociedades nacionales en las que quedaron incluidas. Pero al mismo tiempo estas comunidades son, frente al entorno nacional, formas de organización alternativa, sustento de unos modos de vida particulares y el santuario en el que las identidades étnicas dinámicas y vivas se desenvuelven, haciendo viable la existencia de millones de seres humanos [Díaz-Polanco, 1995: 236-237].


En buena medida, el modelo de comunidad caracterizado y definido por el indigenismo y la antropología se ajusta a los rasgos de las poblaciones mesoamericanas, en general, y de los nahuas, mayas, mayances y mixtecos, en particular, aun cuando se reconozca que existen excepciones significativas.


La comunidad indígena está compuesta por una base biológica y una base territorial mantenidas en relación indisoluble por los instrumentos integrativos que suministra la cultura. La célula o unidad mínima de esta base biológica está constituida por la familia nuclear; la célula o unidad territorial menor está formada por la parcela familiar o tlamilpa. En ellas se encuentran los gérmenes de la estructura social de la comunidad que no es otra cosa que una familia extensísima que ocupa un más o menos dilatado territorio.


Aguirre Beltrán y Pozas Arciniega —a quienes pertenece la cita anterior— analizan la estructura de la comunidad como una progresión que incluye:

La familia nuclear como "unidad funcional que, por la división del trabajo, la cooperación económica yla mutua dependencia, por el intercambio de afectos y lealtades, obligaciones y derechos, y por la participación ritual en creencias y prácticas religiosas, liga a un grupo menor de personas en un sistema de seguridad estable y coherente".
La familia extensa, constituida por una "agrupación de familias nucleares [...] La familia extensa se halla compuesta por el padre, la madre, los hijos, las esposas de éstos y su prole. Es frecuente, sin embargo, que a este agregado se unan también parientes no consanguíneos, afines o rituales, tales como cuñados, ahijados, etc. y, en ocasiones, individuos, huérfanos o inválidos, sin ninguna relación parental con el jefe de familia [...] La familia extensa tiene como funciones visibles más importantes las expresadas por el trabajo cooperativo y por el culto familiar [...] La importancia ceremonial de la familia extensa es tan grande como su función económica".
El linaje, constituido por "la unión de un número variable de familias extensas, ligadas por la pretensión real o supuesta de descender de un ancestro común manifestada en la posesión de un apellido indígena igual [...] Los miembros de un linaje residen en un territorio más o menos estrecho que consideran de su estricta pertenencia por tener derechos de ocupación ancestrales expresados por la existencia de un calvario donde reposan los usufructuarios originales y verdaderos dueños de la tierra. El territorio recibe generalmente el nombre de paraje y si bien es cierto que en épocas remotas linaje y paraje eran términos que se confundían, elementos de desorganización del viejo sistema consanguíneo han roto en tal forma la ecuación que, en la actualidad, cuenta tanto el parentesco como la residencia [...] En el paraje aparece por primera vez una autoridad institucionalizada que regula las relaciones de miembros emparentados y no emparentados que disfrutan de unaresidencia común y del goce de tierras y servicios privativos del linaje. Esta autoridad está personificada en el principaldel paraje, sujeto que representa al grupo en sus negocios con otros parajes, con el calpul y con el pueblo. El paraje tiene una importancia social de gran significación. Es el grupo primario que ofrece tipos de satisfacciones que no puede darni la familia nuclear, ni la familia extensa. Las oportunidades de seguridad, soporte y asistencia, cooperación económica, gratificaciones en la lucha por la adquisición de prestigio, status y poder, son numerosas. Las relaciones personales favorecen la cohesión del grupo y le permiten actuar como unidad en los impulsos colectivos, en la manifestación de opiniones, en la agresión y en la defensa [...] Las familias agrupadas en parajes, al actuar como unidades sociales primarias, toman una fuerza tal en sus decisiones que no es posible ignorarlas cuando se implantan programas de acción gubernamental".
El clan, calpul o barrio. "A medida que se dilatan y combinan las agrupaciones sociales en la estructura de la comunidad indígena, las relaciones de parentesco pierden su carácter preeminente y dan alcance y valor trascendente a las relaciones que derivan de la estrecha ligadura que guarda el hombre indígena con la tierra que lo sustenta". Sólo en algunos grupo indígenas es posible encontrar una estructura clánica típica. "El clan, o clan geográfico como justamente lo llama Thompson, recibe generalmente la designación de calpul, vocablo que los españoles tempranamente tradujeron por barrio [...] El número de linajes o parajes que integran un calpul o barrio es muy variable"; el barrio casi siempre lleva el nombre de un santo seguido a veces por un locativo indígena, y en él "la membresía se adquiere por herencia y por residencia, más por la primera que por la última [...] La función eminente del barrio o calpul debe buscarse en la organización política (ayuntamiento regional), en la organización religiosa (mayordomías) y en la organización del trabajo cooperativo (tequio)".
El pueblo. "Un calpul, en ocasiones da origen por sí solo a una comunidad; sin embargo, es más frecuente que ésta se forme por dos o más barrios-clanes integrados en una unidad endogámica. Aunque esta característica es importante, no basta para dar forma, contenido, uso y función de la comunidad indígena. Ésta recibe, de los propios indígenas, la denominación de pueblo [...] En la estructura del pueblo indígena no existe una marcada estratificación social [...] es una unidad cooperativa de producción autosuficiente [...] constituye una entidad cultural autónoma con lengua propia o, cuando menos, con un dialecto o variación dialectal suficiente para distinguirlo de las comunidades vecinas [...] forma una unidad política independiente, con autoridades privativas organizadas conforme a un patrón propio, que funciona sub-rosa respecto a la constitución política nacional [...] posee pautas, normas y reglas particulares que regulan la conducta y la vida social [...] para mantener el control social, el pueblo utiliza, fundamentalmente, los instrumentos de integración que le suministran las prácticas y creencias mágico-religiosas que satisfacen las necesidades de expresión de los sentimientos colectivos y que se exteriorizan, en la cúspide de la pirámide ritual, en el culto que rinde a un santo-dios local. Para sustentar la cohesión social, el pueblo indígena pone en juego dos fuerzas de signo distinto. Por una parte crea un sistema de seguridad, basado en las ligas familiares, en la cooperación económica y en la mutua asistencia, constituido mediante el desarrollo de esos sentimientos colectivos de solidaridad, lealtad y sacrificio comprendidos en el expresivo término de esprit de corps. Por otra parte estimula sentimiento antagónicos y una conducta hostil hacia las comunidades vecinas a través de la exaltación de lo propio y el desprecio de lo extraño, fenómeno técnicamente conocido por etnocentrismo, que ha dado origen a rivalidades sangrientas y a feudos interminables. Para perpetuar estos rasgos y, en lo general, la cultura o sub-cultura privativa, el pueblo indígena hace uso del proceso educativo al que impone métodos, personal y contenido propios que conducen inexorablemente a crear en el futuro miembro del grupo la personalidad particularmente valiosa para los fines de la supervivencia biológica y de la continuidad y perseverancia de las formas de vida de la comunidad" (Aguirre Beltrán y Pozas Arciniega, 1981: 26-46).
Publicado hace medio siglo (la primera edición es de 1954), el texto de Aguirre Beltrán y Pozas Arciniega sigue siendo un punto de referencia obligado de numerosos estudios que adhieren, rechazan o matizan las características de la comunidad indígena propuestas por los autores. Arturo Warman alude persistentemente a la comunidad indígena al analizar el complejo proceso de formación de las identidades, los cambios históricos que se registran desde la estructura de los señoríos prehispánicos hasta la lucha por la municipalización actual, la influencia de la migración, la persistencia (pero también los cambios) de los sistemas de cargos, el papel de los partidos políticos o de la educación, y un sinnúmero de factores que afectaron de diversa manera a la comunidad indígena:


La mayoría de los indígenas mexicanos finca suidentidad étnica primaria en su comunidad. En primera instancia, por eso primaria, se identifican como de un poblado preciso que se considera no sólo como una localidad geográfica sino como una comunidad humana. Ésta se entiende como un grupo endogámico dentro del que se forman nuevos hogares, que comparte vecindad en un territorio, medio natural, lengua, cultura y raíz. La comunidad es una organización más amplia que la familia o parentela para la protección e identificación, con un nombre propio, casi siempre el de un santo patrón católico con un topónimo en lengua indígena. La comunidad se establece como frontera entre el nosotros y los demás, dentro de la cual coinciden y se integran diversos factores de identidad. La afirmación no es universal; hay otras formas excepcionales de fincar la identidad étnica primaria, pero la comunidad es abrumadoramente mayoritaria en el caso de México [...] En la práctica social cada comunidad está autocontenida, rodeada de pares con las que compite por recursos y relaciones que contienen conflictos actuales o potenciales. Las comunidades se vinculan estrechamente y una por una, como triángulos sin base, con una comunidad ladina dominante. Esta liga vertical no se basa en lo común sino en lo distinto y complementario, en el contraste y desigualdad entre identidades. Las autoridades y otras instituciones formales o tradicionales de la comunidad delimitan las fronteras de la organización étnica. La comunidad como organización social selecciona los rasgos culturales que se adoptan como distintivos de la identidad: las fiestas, danzas o representaciones, el uso y giros del idioma, el traje y adorno característico y hasta el conflicto con otras comunidades; en fin, el conjunto de signos que sirve de estandarte a la etnia o colectividad orgánica [Warman, 2003: 19-20].


Al analizar críticamente el concepto de "pueblo", en general, y de "pueblo indígena" en particular, Warman sostiene: "La organización mayoritaria de los indígenas mexicanos es comunal y no existen instituciones tradicionales permanentes y representativas que los agrupen más allá de ese nivel" (ibid.: 281).

Este último hecho señalado por Warman está en la base de aquellas posiciones que señalan a la comunidad indígena como el espacio en donde no sólo se manifiesta plenamente la identidad indígena, sino también el vínculo esencial con la tierra y la territorialidad (como espacio material, pero también simbólico o sagrado), las expresiones más definidas de las culturas indígenas, las lenguas o las fiestas, y, desde el punto de vista político, en donde se encuentran los mecanismos esenciales de la auténtica representatividad. No es casual que algunos juristas y líderes indígenas hayan propuesto el reconocimiento de la comunidad como un "cuarto piso", un cuarto nivel de representatividad y gobierno, por debajo del municipal, el estatal y el federal.

A propósito de la revisión y revaloración de la comunidad, resulta pertinente la observación de Díaz-Polanco en el sentido de que:


A menudo se advierte que las costumbres y lenguas, ideas y concepciones, vestidos y viviendas, instrumentos y utensilios, etc., de las etnias indígenas constituyen parte de un patrimonio cultural que debe preservarse; pero menos frecuentemente se acepta que la organización comunal misma es el principal patrimonio a considerar. Incluso todavía está muy extendido el criterio de que los "rasgos" culturales de las etnias, o al menos algunos de ellos, merecen ser conservados, pero sin que se mantenga la organización comunal, la cual es asociada inmediatamente con lo atrasado, lo anacrónico y lo socialmente ineficiente [Díaz-Polanco, 1995: 236. El subrayado en nuestro].


Floriberto Díaz Gómez, quizás el más importante pensador indígena de fines del siglo pasado, muerto en plena madurez creativa, señala:


¿Qué es una comunidad para nosotros? Tenemos que decir de entrada que se trata de un concepto que no es indígena, pero que es el que más se acerca a lo que queremos decir. No se trata de una definición en abstracto, por eso más bien se señalan elementos que constituyen una comunidad concreta.

Cualquier comunidad indígena tiene los siguientes elementos: 1) un espacio territorial, demarcado y definido por la posesión; 2) una historia común, que circula de boca en boca y de una generación a otra; 3) una variante de la lengua del pueblo, a partir de la cual identificamos nuestro idioma común; 4) una organización que define lo político, cultural, social, civil, económico y religioso, y 5) un sistema comunitario de procuración y administración de justicia.

Cualquier antropólogo o sociólogo sabe perfectamente que desde una perspectiva teórica especializada, se trata de las características de un Estado-nación en su acepción occidental. El asunto es que a los indígenas no nos interesa tanto constituir Estados-nación en los términos modernos.

El entendimiento aritmético de una comunidad es propio de los occidentales. En cambio, la concepción geométrica pertenece a la comunidad, explicada en cada una de las lenguas indígenas. Es decir, no se entiende una comunidad indígena solamente como un conjunto de casas con personas, sino como conjunto de personas con historia pasada, presente y futura, que no sólo se pueden definir concreta y físicamente, sino también espiritualmente en relación con la Naturaleza toda.

En una comunidad, entonces, se establece una serie de relaciones, primero entre las personas (pueblo) y el espacio y, en segundo término, entre unas y otras personas. Para estas relaciones existen reglas, interpretadas a partir de la propia naturaleza, y definidas con las experiencias de las generaciones de personas [Díaz Gómez, 2001a].


La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, a partir de las reformas del año 2001, define a la comunidad indígena en los siguientes términos: "Artículo 2°: Son comunidades integrantes de un pueblo indígena, aquellas que formen una unidad social, económica y cultural, asentadas en un territorio y que reconocen autoridades propias de acuerdo con sus usos y costumbres".

Como a otros aspectos de la reforma constitucional, a éste se le han formulado varias objeciones.


Una primera cuestión que se debería dilucidar —señala López Bárcenas— es si es correcto incluir a las comunidades indígenas como sujetos de derecho junto a los pueblos indígenas, pues entre ambos existe una relación de generalidad a particularidad, donde la comunidad queda incluida dentro del pueblo y éste se estructura basándose en aquélla. Reconocerle personalidad similar a ambas puede llevar a situaciones donde las comunidades se nieguen a formar parte de los pueblos y entonces estos queden desmembrados o divididos y sin poder reconstituirse. Lo mejor hubiera sido, como se verá más adelante, dotar al primero de la titularidad del derecho y a la segunda como sujeto de derecho público, pero como parte integrante de aquél.

Más allá de eso, como en el caso de los pueblos indígenas, la norma no define lo que debe entenderse por comunidad, sólo proporciona las características mínimas que éstas deben reunir. Entre otras, exige que integren conglomerados humanos que se adscriban a un pueblo indígena, que formen una unidad social económica y cultural, que se asienten en un territorio y que reconozcan autoridades propias de acuerdo a sus usos y costumbres. Aunque una lectura rápida de esta norma nos puede dar una idea general de lo que ahí se entiende por comunidad indígena, en la realidad puede presentar serias insuficiencias porque en la actualidad no todos los miembros de una comunidad reúnen esas características. Es el caso de las comunidades de migrantes que no forman una unidad social ni habitan un solo territorio, aunque sí se adscriben a comunidades específicas y éstas los reconocen como parte de ellas, cumplen sus obligaciones y gozan de sus derechos, aunque se encuentren distantes. En otro aspecto, que reconozcan autoridades propias de acuerdo a sus usos y costumbres no es una expresión afortunada, bastaría con que se dijera que reconozcan autoridades propias, sin sujetarlas a que las elijan de acuerdo a sus usos y costumbres, pues en la actualidad la vida de las comunidades es dinámica y con esta expresión se les estaría condenando a ser siempre estáticas [López Bárcenas, 2002: 57-58].


3.- ¿Qué es la comunalidad indígena?

"La comunalidad es el elemento que define la inmanencia de la comunidad". La enunciación precisa y resume lo esencial de esta categoría formulada por Floriberto Díaz Gómez, líder y pensador mixe. Habría que añadir que fue generada a partir de una reflexión desde lo local, en el contexto de las discusiones sobre la autonomía de las comunidades indígenas, especialmente la de aquellas comunidades que, como la suya, están dotadas "de un cierto margen de autonomía" (Díaz Gómez, 2001b).

Para Floriberto Díaz, al menos


hasta el momento, las experiencias autonómicas regionales tienen sentido sólo en cuanto cuñas políticas, mecanismos de presión para poder obligar al Estado a sentarse para buscar la solución a los planteamientos de comunidades enmarcadas en una determinada región, y algunas cuestiones de orden general. Las autonomías a partir de propuestas académicas no han podido hacerse realidad como forma de organización y de vida concreta en una comunidad o una región, por lo menos hasta ahora. Sin embargo, hablar de las autonomías, tal como se ha hecho, no sólo provoca su rechazo por parte del gobierno, sino que también aborta sus posibilidades de existencia como una forma de mejorar las condiciones de vida de las comunidades o de los sectores sociales en donde se le pretende introducir. Por otro lado, no hay que ignorar las relaciones conflictivas entre las comunidades de un mismo pueblo indígena, y entre los diversos pueblos indígenas fronterizos entre sí.

Debemos tener en cuenta que sucede precisamente en un ambiente coyuntural de conflicto. Y en tanto se pueda mantener cierta fuerza frente al Estado, se mantendrá, pero una vez superada la relación conflictiva, ¿cuál será la energía que mantendrá la autonomía si vuelven a surgir los pequeños problemas que, en efecto, pueden olvidarse ante problemas y aspiraciones comunes?

Considero importante enriquecer la discusión a partir de experiencias autonómicas concretas, que existen aún por la propia fuerza de las comunidades y pueblos indígenas. En este sentido, mantendríamos el debate de las autonomías en una dinámica de un proceso social, no sólo de hecho sino en su elaboración e interpretación teórica. Podríamos hablar entonces de varios niveles de autonomía: comunitario, municipal, intercomunitario, intermunicipal, del conjunto de comunidades de un solo pueblo, entre varios pueblos indígenas y otros sectores sociales.

Desde la perspectiva de las organizaciones comunitarias, intercomunitarias e incluso intermunicipales, podemos hablar de diversas experiencias, cuando las comunidades-modelo ejercen control sobre sus decisiones internas y sus respectivas ejecuciones.

Propongo buscar la comprensión de lo que ha dado en llamarse comunidad indígena. Esto nos permitirá tener una referencia más clara de lo que hablamos, y hasta qué punto la propuesta autonómica puede ser positiva incluso para el propio grupo gobernante, en lugar de que se le haga aparecer como opuesta al Estado-nación, y se convierta, justamente, en una forma más elaborada de la organización política celular del Estado mexicano.

Podemos estar usando las mismas palabras, pero es muy probable que estemos entendiendo cosas diferentes y hasta contradictorias. Para comprobarlo podemos acudir a diferentes diccionarios, para ejemplificar la semejanza o divergencia del significado de comunidad: "Estado de lo que es común: la comunidad de nuestros intereses. Sociedad religiosa sometida a una regla común: una comunidad de clarisas. (sinón. Congregación, orden, cofradía. V.tb. corporación). - Pl. Ant. Levantamientos populares: las comunidades de Castilla. For. Comunidad de bienes, régimen de gananciales." (Pequeño Larousse en Color); "(lat. communitas, -atis) s.f.1. Calidad de común. 2. Conjunto de habitantes de un lugar. 3. Conjunto de personas que viven juntas con ciertas reglas. 4. C. autónoma. Región que, dentro del Estado, se constituye con un Gobierno y unas competencias para administrar sus intereses propios. 5. C. de bienes. Derecho de propiedad que tienen varias personas sobre una misma cosa. 6. C. de vecinos. Conjunto de propietarios de los pisos de un edificio, con la misión de resolver los problemas comunes" (Diccionario Anaya de la Lengua); "Atribución a varias personas de uno o más derechos o bienes. La comunidad constituye el género del que la copropiedad o condominio constituyen la especie" (Diccionario de derecho).

Es obvio que cada diccionario dice cosas semejantes, pero hay detalles que los hace diferentes; podemos ver que todos nos dan una idea relacionada con la propiedad. Ordinariamente, para un académico o para un político de la sociedad de cultura occidental, la comunidad es un simple agregado de individuos a partir de su aislamiento egocéntrico; en ese mismo sentido es como puede entenderse la definición de conjunto. Se trata de una comunidad aritmética.

¿Qué es una comunidad para nosotros, los indios? Como se señala en "Derechos humanos y derechos fundamentales de los pueblos indígenas",1 se trata de una palabra no indígena, pero que es la más cercana a lo que queremos decir. La comunidad indígena es geométrica, por oposición al concepto occidental. No se trata de una definición en abstracto, pero para entenderla, en el artículo mencionado señalo los elementos fundacionales que permiten la constitución de una comunidad concreta.

No se entiende una comunidad indígena solamente como un conjunto de casas con personas, sino de personas con historia, pasada presente y futura, que no sólo se pueden definir concretamente, físicamente, sino también espiritualmente en relación con la Naturaleza toda. Pero lo que podemos apreciar de la comunidad es lo más visible, lo tangible, lo fenoménico.

En la variante tlahuitoltepecana2 de ayuujk, la comunidad se describe como algo físico, aparentemente, con las palabras näjx, käjp (näjx, tierra; käjp, pueblo). Interpretando, näjx hace posible la existencia de käjp, pero käjp le da sentido a näjx. A partir de aquí podemos entender la interrelación e interdependencia de ambos elementos y, en este sentido, se puede dar una definición primaria de la comunidad como el espacio en el cual las personas realizan acciones de recreación y de transformación de la naturaleza, en tanto que la relación primera es la de la Tierra con la gente, a través del trabajo.

La explicación de los componentes comunitarios nos adentra en la dimensión cerebro-vertebral de la comunidad, de su inmanencia. Nos referimos a su dinámica, a la energía subyacente y actuante entre los seres humanos entre sí y de éstos con todos y con cada uno de los elementos de la naturaleza. Quiere decir que cuando hablamos de organización, de reglas, de principios comunitarios, no estamos refiriéndonos sólo al espacio físico y a la existencia material de los seres humanos, sino a su existencia espiritual, a su código ético e ideológico y, por consiguiente, a su conducta política, social, jurídica, cultural, económica y civil.

Bajo el concepto de comunalidad explico la esencia de lo fenoménico. Es decir, para mí la comunalidad define la inmanencia de la comunidad.

En la medida que el concepto de comunalidad define otros conceptos fundamentales para entender una realidad indígena, considero que cumple elementalmente los requisitos para ser una categoría.

La comunalidad expresa principios y verdades universales en lo que respecta a la sociedad indígena, la que habrá de entenderse de entrada no como algo opuesto sino diferente a la sociedad occidental. Para entender cada uno de sus elementos hay que tener en cuenta ciertas nociones: lo comunal, lo colectivo, la complementariedad y la integralidad. Sin tener presente el sentido comunal e integral de cada parte que pretendamos comprender y explicar, nuestro conocimiento estará siempre limitado.

Dicho lo anterior, podemos entender los elementos que definen la comunalidad:

La Tierra, como Madre y como territorio.
El consenso en asamblea para la toma de decisiones.
El servicio gratuito, como ejercicio de autoridad.
El trabajo colectivo, como un acto de recreación.
Los ritos y ceremonias, como expresión del don comunal.
[Idem; también: Regino Montes, 1998: 415-416; Maldonado, 2002.]

4.- ¿Qué nombres reciben y cómo se denominan a sí mismos los pueblos indígenas que habitan en nuestro país?
Muchos de los nombres con los que frecuentemente se denomina a los diversos pueblos indígenas de México difieren de los que esos mismos pueblos emplean para identificarse (lo que aquí llamamos "etnónimos"). Se trata de un fenómeno iniciado antes de la conquista española: por ejemplo, algunas de las denominaciones tuvieron su origen en los siglos XIV y XV a raíz de la expansión mexica —pueblo de lengua náhuatl— que dominó gran parte del territorio mesoamericano. El término "chontal", empleado aún hoy para designar a dos pueblos indígenas diferentes de Tabasco y Oaxaca, deriva del náhuatl "chontalli", que significa "extranjero, extraño"; "mazateco", proviene también del náhuatl "mazatécatl", que quiere decir "gente del venado"; "popoluca", a su vez, significa "balbuceante". "Muchos de estos nombres contienen una carga peyorativa en la denominación del "otro", desde la perspectiva del grupo que impone el nombre. Los huaves (guazontecos en la literatura colonial) fueron llamados así por los zapotecos istmeños, y la denominación significa "comedores de lodo"; han pasado como huaves a la literatura antropológica y a la administración burocrática" (Rodríguez, 12/07/2004). Otros de estos nombres de asignación externa son producto de cambios fonéticos de los etnónimos originales (por ejemplo, "chatino" por "cha"tnio"); finalmente, existen denominaciones dadas por los españoles: los purépechas fueron designados a partir del periodo colonial como "tarascos". Señalemos de paso que la grafía de las designaciones suele diferir (purépechas, purhépechas, purhépechas, por ejemplo) a causa de las convenciones fonéticas o fonológicas adoptadas por los lingüistas, fundamentalmente, y al hecho de que la pronunciación de los nombres suele presentar variaciones entre los grupos de una misma etnia. El listado de los nombres lo hemos compuesto a partir de la consulta a diversas fuentes, ninguna de las cuales ofrece un registro completo de etnónimos.

PUEBLOS INDÍGENAS DE MÉXICO

Denominación frecuente
Etnónimos

  1. Aguacatecos

  1. Amuzgos
Tzjonnon, tzo'tyio, tzañcue
  1. Cahítas

  1. Cakchiqueles

  1. Chatinos
Kitse cha'tnio, cha'cña
  1. Chiapaneco

  1. Chicomuceltecos

  1. Chichimecas jonaz (chichimeco, meco)
Úza,(plural: ézar)
  1. Chinantecos
Tsa ju jmí'
  1. Chochos,chocholtecas
Runixa ngiigua
  1. Choles
Winik
  1. Chontales de Oaxaca
Slijuala xanuc'
  1. Chontales de Tabasco
Yokot'anob, yokot'an, fane
  1. Chujes

  1. Cochimíes
M'ti-pa
  1. Coras
Nayeri, nayeeri
  1. Cucapás
Es'pei (Es'pel)
  1. Cuicatecos
Nduudu yo
  1. Guarijíos
Makurawe, macoragüi, warijó, varojío
  1. Huastecos
Teenek
  1. Huaves
Mero ikook
  1. Huicholes
Wirraritari, wixárika
  1. Ixcatecos

  1. Ixiles

  1. Jacaltecos
Abxubal
  1. Kanjobal

  1. Kekchí

  1. Kikapúes
Chikapw, kikapooa
  1. Kiliwas
Ko'lew, k'olew
  1. Kumiais
Ti'pai, kamia
  1. Lacandones
Hach winik, hach tan
  1. Mames
Qyool, mam
  1. Matlatzincas
Botuná, matlatzinka
  1. Mayas
Maya
  1. Mayos
Yoreme
  1. Mazahuas
J ñatio, mazahuas
  1. Mazatecos
Ha shuta enima
  1. Mecos

  1. Mexicaneros
Mexicaneros
  1. Mixes
Ayuukjä'äy, ayuuk, ayook
  1. Mixtecos
Ñuu savi
  1. Mochós, motozintlecos
Mochós, motozintlecos
  1. Nahuas (Guerrero)
Nahuas, macehuales
  1. Nahuas (Huasteca veracruzana)
Macehuales
  1. Nahuas (Milpa Alta)
Nahuas
  1. Nahuas (Morelos)
Náhuatl, nahuas
  1. Nahuas (Sierra Norte de Puebla)
Nahuas, macehuales
  1. Ocuiltecos
Tlahuia
  1. Ópatas

  1. Otomíes
Hña hñu, hñä hñü
  1. Paipais
Kwa'ala, akawa'al
  1. Pames
Xi'úi
  1. Pápagos
Tohono o'tham
  1. Pimas
O'oob
  1. Popolocas

  1. Popolucas
Popolucas, homshuk
  1. Pimas
Otam
  1. Purépechas
P'urhépechas
  1. Quichés

  1. Seris
Konkaak, conca'ac
  1. Soltecos

  1. Tarahumaras
Rarámuri
  1. Tecos
Teco
  1. Tepehuas
Hamasipine
  1. Tepehuanes (del Norte)
Ódami
  1. Tepehuanes (del Sur)
O'dam
  1. Tlapanecos
Me'phaa
  1. Tojolabales
Tojolwinik'otik
  1. Totonacas
Tachihuiin, totonaco (tu'tu nacu')
  1. Triquis, driquis
Tinujei, driki
  1. Tzeltales
Winik atel, k'op
  1. Tzotziles
Batsil winik'otik, batzil k'op
  1. Yaquis
Yoremes
  1. Yunas

  1. Zapotecos (Istmo de Tehuantepec)
Binnizá
  1. Zapotecos (Sierra Norte de Oaxaca)
Bene xon
  1. Zapotecos (Valles Centrales, Oaxaca)
Ben'zaa, diidzaj
  1. Zoques
O'de püt

5.- ¿Cuántos indígenas habitan en la República Mexicana?

 
Considerando los tres criterios en uso en México —el que registra hablantes de lenguas indígenas de 5 años y más, población de 0 a 4 años que habita en hogares cuyo jefe(a) o cónyuge habla una lengua indígena, y los que se autoadscribieron como indígenas, por una parte, y el que estima el total de población a partir del registro censal de hogares,3 por la otra—, el cuadro siguiente consigna las cifras de población indígena para los años 1990, 1995 y 2000 (en 1995, es decir, a la mitad del periodo intercensal de diez años, se realizó el Conteo de Población y Vivienda). Nótese que en la columna del año 2000 figuran por primera vez personas que, sin hablar una lengua indígena, se consideraron a sí mismas (se auto-adscribieron o se auto-reconocieron) como indígenas. En la parte inferior del cuadro se anotan las cifras de las estimaciones hechas por CONAPO-INI. Como se podrá apreciar, el cálculo de población indígena por hogares da una cifra mayor a la suma de los registros de HLI, población de 0-4 años y autoadscriptos, proporcionados por los censos y el conteo del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI).
LA POBLACIÓN INDÍGENA DE MÉXICO

1990
1995
2000

Población total en México
81 249 347
91 158 290
97 438 412
Población Hablante de lengua indígena
5 282 347
5 483 555
6 044 547
Población de 0 a 4 años en hogares cuyo jefe de familia y/o cónyuge habla lengua indígena
1 129 625
1 232 036
1 233 455
No habla lengua indígena pero se considera indígena
1 103 312
Población indígena registrada por INEGI
6 411 972
6 715 591
8 381 314
Población en hogares cuyo jefe o cónyuge es hablante de lengua indígena
8 373 700
8 984 152
Población Hablante de Lengua indígena en hogares cuyo jefe y/o cónyuge no es hablante de lengua indígena
177 289
183 336
Población indígena estimada por INI y CONAPO
8 590 989
9 167 488
12 707 000

Fuente:INEGI, XI Censo General de Población y Vivienda 1990, México, 1991; INEGI,Conteo de Población y Vivienda 1995, México, 1997; INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda 2000, México, 2001; CONAPO, La situación demográfica de México, México, 1997; CONAPO, La población de México en el nuevo siglo, México, 2001 (ORDPI-INI, 2002: 25).
El II Conteo de Población y Vivienda realizado por el INEGI en 2005 muestra una reducción significativa en el número de hablantes de alguna lengua indígena (6 011 202 de los llamados HLI) y de la población de 0-4 años (757 161), no ofreciendo datos de los que, no hablando alguna lengua indígena, se autoadscribieron como indígenas. En contraste, la estimación de CONAPO muestra un incremento de la población indígena total: 13 365 976.

3 Véase en este mismo volumen la respuesta a la pregunta 9: ¿Cómo se registra y cuantifica oficialmente a la población indígena de México?

6.- ¿Cómo se distribuye la población indígena en las entidades federativas de nuestro país?
Aunque la mayor parte de los indígenas mexicanos se concentra en estados comprendidos dentro del área geográfico-cultural de Mesoamérica (Yucatán, Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo, Hidalgo, Campeche, Guerrero, Puebla, San Luis Potosí y Veracruz, principalmente), la intensa migración de estos pueblos ha dado como resultado que se registren hablantes de lenguas indígenas de 5 años y más (HLI) en todos los estados de la República. Hemos seleccionado dos cuadros que ilustran este proceso de distribución territorial: el primero da cuenta de la distribución estatal de los HLI con cifras de los Censos de 1990 y 2000, y del Conteo de 1995 (ORDPI, 2002: 28); el segundo consigna la distribución estatal de la población en hogares indígenas, es decir, los 12 403 000 indígenas estimados por CONAPO (Fernández Ham et al., 2002: 175).
En el primer cuadro, que permite comparar los registros de un mismo grupo poblacional (los HLI) de tres momentos (1990, 1995 y 2000), se pueden observar cambios fundamentales en algunos estados en el lapso de una década: por ejemplo, Baja California duplicó la cantidad de indígenas en el periodo que va de 1990 (18 177) al 2000 (37 685). Este impresionante crecimiento es resultado de las corrientes migratorias de indígenas provenientes del centro, sur y sureste del país, principalmente.
POBLACIÓN HABLANTE DE LENGUA INDÍGENA DE 5 AÑOS Y MÁS, POR ENTIDAD FEDERATIVA SEGÚN LEVANTAMIENTO CENSAL

Estado
1990
1995
2000
2005

Aguascalientes
599
729
1 244
2 713
Baja California
18 177
22 912
37 685
33 604
Baja California Sur
2 749
3 468
5 353
7 095
Campeche
86 676
89 180
93 765
89 084
Coahuila
3 821
2 039
3 032
5 842
Colima
1 481
1 599
2 656
2 889
Chiapas
716 012
768 720
809 592
957 255
Chihuahua
61 504
67 930
67 467
93 709
Distrito Federal
111 552
100 890
141 710
118 424
Durango
18 125
20 281
24 934
27 792
Estado de México
312 595
310 785
316 972
312 319
Guanajuato
8 966
4 738
10 689
10 347
Guerrero
298 532
319 707
367 110
383 427
Hidalgo
317 838
327 991
339 866
320 029
Jalisco
24 914
21 927
39 259
42 372
Michoacán
105 578
108 545
121 849
113 166
Morelos
19 940
25 133
30 896
24 757
Nayarit
24 157
32 503
37 206
41 689
Nuevo León
4 852
7 467
15 446
29 538
Oaxaca
1 018 106
1 027 847
1 120 312
1 091 502
Puebla
503 277
527 559
565 509
548 723
Querétaro
20 392
20 738
25 269
23 363
Quintana Roo
133 081
157 770
173 592
170 982
San Luis Potosí
204 328
213 771
235 253
234 815
Sinaloa
31 390
24 864
49 744
30 459
Sonora
47 913
48 212
55 694
51 701
Tabasco
47 967
51 364
62 027
52 139
Tamaulipas
8 509
10 061
17 118
20 221
Tlaxcala
22 783
26 886
26 662
23 807
Veracruz
580 386
590 829
633 372
605 135
Yucatán
525 264
545 902
549 532
538 355
Zacatecas
883
1 262
1 837
3 949
Total
5 282 347
5 483 555
6 044 547
6 011 202

Fuente: INEGI XI Censo General de Población y Vivienda 1990, México, 1991; INEGIConteo de Población y Vivienda 1995, México, 1997; INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda 2000, México 2001, INEGI, Conteo de Población y Vivienda 2005,México, 2006.

POBLACIÓN EN HOGARES INDÍGENAS* SEGÚN CARACTERÍSTICAS ÉTNICAS DE SU POBLACIÓN, 2000

Entidad Federativa
Pob. indígena
Hablantes
Pertenecientes
Ni habla ni pertenece
Total
12 403.0
6 044.6
1 099.7
5 258.7

Aguascalientes
8.0
1.2
1.0
5.8
Baja California
128.8
37.7
12.9
78.3
Baja California Sur
19.0
5.4
4.4
9.3
Campeche
229.3
93.8
29.3
106.3
Coahuila
19.5
3.0
3.6
13.0
Colima
9.4
2.9
0.8
5.7
Chiapas
1 185.6
809.6
28.6
347.4
Chihuahua
194.6
84.1
22.2
88.3
Distrito Federal
471.0
141.7
27.7
301.7
Durango
53.8
24.9
2.6
26.3
Estado de México
1 169.4
362.0
87.5
719.9
Guanajuato
58.0
10.7
5.3
42.0
Guerrero
584.4
367.1
18.8
198.5
Hidalgo
595.0
339.9
24.0
231.1
Jalisco
124.4
39.3
6.5
78.7
Michoacán
291.6
121.9
51.9
117.9
Morelos
97.2
30.9
6.9
59.3
Nayarit
103.0
37.2
31.2
34.6
Nuevo León
47.3
15.5
4.1
27.7
Oaxaca
2 024.5
1 120.3
291.9
612.3
Puebla
1 056.2
565.5
40.5
450.2
Querétaro
60.9
25.3
2.4
33.3
Quintana Roo
423.0
173.6
55.2
194.2
San Luis Potosí
398.9
235.3
26.0
137.7
Sinaloa
130.5
49.7
18.2
62.6
Sonora
223.5
55.7
57.2
110.6
Tabasco
164.6
62.0
11.0
91.6
Tamaulipas
61.5
17.1
4.6
39.7
Tlaxcala
85.1
26.7
1.9
56.6
Veracruz
1 194.2
633.4
55.5
505.3
Yucatán
1 181.5
549.5
164.9
467.1
Zacatecas
9.2
1.8
1.3
6.0

*Población en miles. 
Fuente: Estimaciones de CONAPO con base en el XII Censo General de Población y Vivienda 2000 y la Muestra Censal.


7.- ¿Cuántos indígenas habitan en América?

Los datos demográficos ofrecidos por los organismos especializados de los países de América no permiten obtener una cifra global confiable. La razón estriba en que muchas de las naciones americanas no registran en sus censos a la población indígena, o bien, cuando se la registra, se emplean criterios que no son comparables: así, por ejemplo, mientras México contabiliza a los hablantes de lenguas indígenas de 5 años y más, a los niños de 0 a 4 años que habitan en hogares cuyo jefe(a) o su cónyuge habla lengua indígena, y a las personas que, sin hablar lengua indígena, se reconocen como miembros de algún grupo indígena, Brasil registra a los sujetos por raza o color. Además, las fechas de los censos que sí contabilizan a la población indígena suelen diferir, entre países, hasta en siete u ocho años. No obstante lo anterior, se estima que la población indígena de América oscila entre 40 y 60 millones de personas (alrededor de diez por ciento de la población total del continente), estimación en la que coinciden organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE), el Instituto Indigenista Interamericano (III) o el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe. Esta población está integrada por más de 400 pueblos o grupos étnicos distribuidos por toda América (quizás con la única excepción de Uruguay, aunque es un tema sujeto a debate). Con 12 403 000 personas de esta condición, México es el país de América con mayor cantidad de población indígena, y junto con Bolivia, Ecuador, Guatemala y Perú forman el grupo de países en donde se asienta más de 80 por ciento de la población indígena americana.

Una cuidadosa revisión de los censos de América realizada por el Programa Universitario México Nación Multicultural, de la UNAM, permitió obtener la cifra de 38 504 026 de indígenas registrados en esos instrumentos oficiales, y de 782 pueblos indígenas en todo el continente americano (PUMC-UNAM, 2007: 22 y 150).

8.- ¿Cuántos indígenas habitan en el mundo?
Tomando como base el criterio establecido por el Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes de la Organización Internacional del Trabajo,4 la Organización de las Naciones Unidas estima en poco más de 300 millones la cantidad de indígenas que habitan en el mundo (5,000 pueblos asentados en 70 países), de los cuales, como ya se dijo, entre 40 y 60 millones residen en América. Nótese que al adoptarse esa modalidad clasificatoria el concepto de "indígena" o de "pueblos indígenas" se ha ampliado significativamente, por lo que los términos no hacen referencia exclusiva a los indígenas de América. Ejemplificando lo anterior, la ONU señala: "Entre los numerosos pueblos indígenas se encuentran los indios del continente americano, los inuits y los aleutianos de la región circumpolar, los samis de Europa septentrional, los aborígenes e isleños del Estrecho de Torres de Australia y los maoríes de Nueva Zelanda" (ONU, 1995: 1). A su vez, el anuario El Mundo Indígena 2009 elaborado por IWGIA identifica indígenas en las siguientes regiones del mundo: El Circumpolar Norte, América del Norte, México y América Central; América del Sur, Australia, Nueva Zelanda y el Pacífico; Asia del Este y Sureste; Asia del Sur, Oriente Medio, África del Norte y Occidental; El Cuerno de África y África del Este, África Central y África Meridional (IWGIA, 2009).

El Estado de la Población Mundial 2005 del Programa de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA, por sus siglas en inglés) estima la existencia de 370 millones de indígenas asentados en 70 países (UNFPA, 2005).

4 Véase el apartado sobre el Convenio 169 de la OIT (pregunta 79) en este mismo volumen.

9.- ¿Cómo se registra y cuantifica oficialmente a la población indígena de México?
La fuente oficial de registro de la población mexicana es, desde 1895, el Censo General de Población y Vivienda, que se elabora decenalmente en los años que terminan en cero (1980, 1990, 2000, etcétera; una excepción fue el censo de 1921). Aunque se ha ensayado la aplicación de diversos criterios, el rasgo que ha permanecido constante durante casi un siglo ha sido el de la calidad de hablante de alguna lengua indígena de la persona censada, es decir, ha prevalecido el criterio lingüístico. Los censos han registrado históricamente a la población hablante de alguna lengua indígena (HLI) mayor de 5 años, aunque la serie que ofrece la mejor base de comparación es la que va de 1930 a 2000. A partir de 1990 se registra también a la población de 0 a 4 años que habita en hogares cuyo jefe(a) o cónyuge habla lengua indígena. El censo del 2000 registró, además, a la población que, no hablando alguna lengua indígena, declaró pertenecer a algún grupo indígena. En consecuencia, el total de población indígena actual es la sumatoria de:

la población de 5 años y más hablante de lengua indígena (HLI)
la población indígena de 0 a 4 años de edad que habita en hogares cuyo jefe o jefa de familia o su cónyuge es hablante de lengua indígena
la población que se autoadscribió como indígena (El INEGI define así la autoadscripción indígena: "Reconocimiento que hace la población de pertenecer a una etnia, con base en sus concepciones")
A propósito del uso del término "autoadscripción", autores como Fernández, García y Ávila han señalado sus reservas por considerar que: "En sentido estricto, el censo no capta la autoadscripción de un grupo indígena, ya que existe una persona (generalmente el jefe del hogar) que declara por todos los demás" (Fernández et al., 2002: 169). Proponen, en consecuencia, que se emplee la expresión "pertenencia" a un grupo indígena.

Habría que agregar que la respuesta pone en juego elementos de la conciencia social del encuestado, su sentido de lealtad o no al grupo de pertenencia u origen, su valoración de las relaciones de poder, entre otros factores (Rodríguez, 12/07/2004).

10.- ¿Qué otra forma de cuantificar a la población indígena se emplea en la actualidad?

A partir de la base censal del año 2000 preparada por el INEGI, el Consejo Nacional de Población (CONAPO) y el Instituto Nacional Indigenista (INI) procedieron a estimar la población indígena tomando como unidad básica de la cuantificación a los miembros de los hogares indígenas: consideraron hogares indígenas


a aquellos donde el jefe y/o el cónyuge y/o padre o madre del jefe y/o suegro o suegra del jefe hablan lengua indígena, y también a aquellos que declararon pertenecer a un grupo indígena [...] Cabe aclarar —acotan los autores— que en esta estimación todos los miembros de estos hogares, sean hablantes o no, pertenecientes o no, se consideran indígenas. Así, la estimación de la población indígena para todo el país y aun por entidad federativa se ha realizado tomando en consideración tanto el habla de lengua como la pertenencia indígena [Serrano Carreto et al., 2002: 22].

11.- ¿Cómo ha sido el crecimiento de la población indígena mexicana con respecto al total de habitantes del país?
 
Se afirma con frecuencia que, conforme a las cifras proporcionadas por los censos, la población indígena de México ha crecido en términos absolutos y decrecido en términos relativos: es decir, ha aumentado el número total de indígenas, pero ha disminuido el porcentaje histórico de éstos respecto del total de la población del país. Como se muestra en el siguiente cuadro, en 1930 eran 2 451 086, pasando a ser 6 044 547 en el año 2000 (incremento del 145 por ciento); pero mientras que en 1930 estas personas censadas constituían el 16 por ciento del total de los mexicanos registrados, en 2000 representaron el siete por ciento.
Hay que aclarar, sin embargo, que las cifras anteriores corresponden a los HLI (los hablantes de alguna lengua indígena de 5 años y más), no incluyéndose en este cálculo a los niños de 0 a 4 años que habitaban al momento del censo en hogares cuyo jefe(a) o cónyuge eran HLI, ni aquellos que, con los nuevos criterios censales, pueden ser considerados indígenas aunque ya no sean hablantes de algún idioma nativo. En síntesis, el cuadro ilustra las cifras absolutas de HLI y los porcentajes de estos con respecto al total de habitantes del país.
POBLACIÓN TOTAL, MAYOR DE 5 AÑOS Y HABLANTES DE LENGUAS INDÍGENAS. PORCENTAJES, 1930-2000

Año
Poblacion total
5 años y más
HLI 5 años y más
HLI(%)

1930
16 552 722
14 042 201
2 251 086
16.0
1940
19 653 552
16 788 660
2 490 909
14.8
1950
25 791 017
21 821 026
2 447 609
11.2
1960
34 923 129
29 146 382
3 030 254
10.4
1970
48 225 238
40 057 748
3 111 415
7.8
1980
66 846 833
57 498 965
5 181 038
9.0
1990
81 249 645
70 562 202
5 282 347
7.5
1995
91 158 290
80 434 190
5 483 555
6.8
2000
97 483 412
84 742 491
6 044 547
7.1

Fuente: Censos de población y vivienda 1930, 1940, 1950, 1960, 1970, 1980, 1990, 2000 y Conteo de Población y Vivienda 1995 (Váldes, 2003: 20).
Los 12 403 000 indígenas estimados por el CONAPO en el año 2000 representaron 13 por ciento del total de la población mexicana (97 483 412). Las series históricas disponibles sólo permiten hacer comparaciones entre los HLI registrados. Lo que resulta inexplicable es cómo habiendo decrecido las poblaciones de HLI (6 011 202) y la de 0 a 4 años (757 161) de acuerdo con el II Conteo de Población y Vivienda 2005, del INEGI, el CONAPO registra un incremento de la población total indígena estimada, que pasa de 12 403 000 en el año 2000, a 13 365 976 en 2005.

12.- ¿Cuáles son los asentamientos principales de los indígenas mexicanos en la actualidad?

Como consecuencia de la movilidad histórica y actual de la población indígena mexicana, es posible identificarla hoy en cuatro grandes tipos de asentamientos territoriales:
  1. Regiones rurales tradicionales (Altos de Chiapas, Huastecas, Meseta Purépecha, Mixtecas, Montaña de Guerrero, Sierra Tarahumara, etcétera).
  2. Ciudades grandes y medianas de México (Cancún, Ciudad Juárez, Distrito Federal, Ensenada, Guadalajara, León, Mérida, Tehuacán, etcétera).
  3. Áreas agroindustriales y sus periferias (Zonas hortícolas y frutícolas de Baja California, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, etcétera).
  4. Campos y ciudades de los Estados Unidos (Estados de Arizona, California, Florida, Illinois, Nueva Jersey, Nueva York, Nuevo México, Texas, etcétera) y de Canadá.
Dentro del país, la población indígena sigue siendo predominantemente rural, a pesar de los drásticos cambios producidos por la migración, como lo ilustran las siguientes cifras:

  • 65 por ciento de los HLI habita en localidades rurales (localidades con menos de 2 500 habitantes)
  • 19 por ciento en zonas semi-urbanas (localidades de más de 2 500 y menos de 15 mil habitantes)
  • 16 por ciento en zonas urbanas (localidades de más de 15 mil habitantes)

13.- ¿Qué características presenta la migración indígena?
Es una regla básica de los estudios de población considerar como las tres grandes variables demográficas a la fecundidad, la mortalidad y la migración: sobre un espacio geográfico determinado, el número de población varía de acuerdo al comportamiento de esos tres factores. Cuando se asocian una alta tasa de fecundidad, un descenso de la mortalidad y un número bajo de desplazamientos de población fuera del territorio en cuestión, se producen incrementos sustantivos que —como ocurrió en México durante varias décadas del siglo XX— dan lugar a "explosiones demográficas": "La población mexicana creció más de siete veces en el siglo XX, al pasar de 13.5 millones en 1900 a 97.5 millones en el año 2000. En ese mismo periodo, la tasa de mortalidad general descendió de 35 a 4.5 muertes anuales por 1,000 habitantes y la tasa de mortalidad infantil de más de 200 decesos por 1,000 nacidos vivos registrados a sólo 26" (SSa, 2001b: 27-28). A la inversa, cuando se verifica una altísima mortalidad, baja fecundidad y escasa migración, se generan "catástrofes demográficas", como la que tuvo lugar en el naciente territorio de la Nueva España entre 1519 y 1650 (Cook y Borah, 1989: 215-221). Este peculiar léxico ilustra suficientemente dos fenómenos polares; hasta donde sabemos no se han generado expresiones equivalentes para aludir a la migración, a la que debemos considerar como uno de los rasgos más característicos del movimiento poblacional en el mundo (y, en particular, en México) en el ocaso del siglo XX y los albores del XXI.
En el caso de la población indígena —con "fecundidad en descenso, pero aún relativamente elevada, y alta mortalidad" (Fernández Ham et al., 2002: 173)— dificulta la observación del crecimiento/decrecimiento, y de la migración, el hecho de que las series históricas que admite comparaciones son las que registran a los HLI de 5 años y más, como dijimos en el apartado sobre crecimiento de la población. Es sabido que puede haber aumento sustantivo de población indígena, pero un decreciente número de hablantes de las lenguas originarias.
El incremento de los estudios sobre migración de la población indígena mexicana es claro indicio del impacto de este fenómeno, del cual se dice con razón, que está modificando el perfil de las regiones indígenas (expulsoras), e indianizando el de las zonas receptoras. Como señalamos en el apartado que identifica los principales asentamientos territoriales indígenas en la actualidad, aunque la población indígena sigue siendo mayoritariamente rural (el 65 por ciento de los hablantes de lenguas indígenas habita en localidades con menos de 2 500 habitantes),
la migración está alterando en forma significativa la ubicación y las estructuras de edad y sexo de los diversos grupos lingüísticos.
La migración tiene múltiples causas, tanto estructurales como coyunturales: crecimiento poblacional y presión demográfica sobre la tierra, deterioro ecológico, devastaciones por fenómenos meteorológicos, escasez de empleo y disminución del ingreso, explotación de la fuerza de trabajo; inexistencia o insuficiencia de servicios básicos (electricidad, agua potable, escuelas, centros de salud, etcétera), difícil o nulo acceso al crédito y a nuevas tecnologías, violencia armada y caciquismo, entre otros factores. Lo anterior, aunado a la expectativa de lograr una vida mejor fuera de las regiones de origen, está produciendo cambios en la configuración de las poblaciones [ORDPI-INI, 2002: 33; también: Warman, 2001].
Los pueblos con mayor migración son purépechas, mayas, zapotecos, mixtecos de Guerrero, Oaxaca y Puebla; mazatecos de Oaxaca, otomíes de Hidalgo, Estado de México, Querétaro, Puebla y Veracruz; nahuas de Guerrero, Hidalgo, Estado de México, Veracruz y San Luis Potosí; chinantecos de Oaxaca, kanjobales de Chiapas, totonacas de Veracruz, mazahuas del Estado de México, choles de Chiapas y mixes de Oaxaca. Para 1995, 85 por ciento del total de migrantes indígenas de todo el país pertenecía a los 13 pueblos mencionados. En el caso de los HLI con muy pocos parlantes, la dispersión de su población a causa de la migración impacta directamente en la permanencia de estos pueblos. Es el caso de grupos como los kekchí, quiché, tepehuán, cucapá, chocho, pima, cakchiquel, kiliwa, chichimeca jonaz, mame, cochimí, jacalteco, pápago y lacandón, entre otros.
Los migrantes indígenas se han asentado en los campos agrícolas de la frontera norte y noroeste, en alrededor de 105 ciudades mexicanas, y en el campo y ciudades de Estados Unidos y Canadá.
En el transcurso de 1995 casi la décima parte de la población indígena cambió de residencia al interior del país. Diez entidades recibieron en conjunto casi 370 mil migrantes, que representan 84 por ciento del total de indígenas que se desplazaron ese año. Éstas son: Distrito Federal (85 937), Estado de México (75 558), Veracruz (69 494), Baja California (28 397), Campeche (21 379), Sinaloa (18 141), Puebla (15 072), Jalisco (14 359), Tamaulipas (12 608) y Tabasco (18 892).
Las mujeres se han integrado a las corrientes migratorias, lo que supone cambios en diversos aspectos de su vida. Cuando permanecen en las comunidades, ellas asumen las responsabilidades del cónyuge con lo que se incrementa la carga de trabajo que se les ha asignado culturalmente.
Destacan como polos de atracción grandes ciudades como México y su área conurbada, Guadalajara, Tijuana, Ciudad Juárez, Culiacán, Acapulco y Mérida; ciudades medias como Tehuacán, Cancún, Chetumal, Matamoros, Coatzacoalcos, Ensenada, La Paz y Puerto Vallarta; por último, algunas ciudades pequeñas con fuerte presencia indígena entre las que sobresalen San Cristóbal de las Casas, Juchitán y Tuxtepec.
El territorio mexicano se ha convertido en una importante zona de tránsito o de residencia de una gran cantidad de indígenas provenientes de Centroamérica, cuya intención original es llegar a Estados Unidos y Canadá [ORDPI-INI, 2002: 34-35].
En el capítulo denominado "Desarrollo, marginalidad y migración" (Rubio et al., 2000: 289-354) del Estado del desarrollo económico y social de los pueblos indígenas de México. Primer informe, los autores elaboraron el siguiente cuadro que resume un conjunto de causas importantes de la emigración indígena:

FACTORES QUE HAN PROPICIADO LA EMIGRACIÓN INDÍGENA DURANTE LOS ÚLTIMOS 20 AÑOS

Factores
Región o grupos indígenas afectados

ECOLÓGICOS
  • Baja productividad de la tierra
  • Oaxaca, la montaña de Guerrero, región mazahua-otomí y sierra Tarahumara
  • Fenómenos climatológicos: sequias, heladas, huracanes
  • Sierra Tarahumara y regiones cercanas a las costas
  • Tiempos muertos en el ciclo agrícola temporalero del ligar de origen
  • Prácticamente todas las regiones
  • Cambios en la calidad productiva del suelo ocasionados por monocultivos y otras causas de degradación ecológica
  • Yucatán, región totonaca de Veracruz, huastecas, zonas petroleras de Veracruz y Tabasco, y sierra norte de puebla
TENENCIA DE LA TIERRA
  • Problemas con el reparto agrario o carencia de propiedad
  • Huastecas, Chiapas y zona Huicot
  • Ganaderización del territorio
  • Huastecas, totonaca de Veracruz y Chiapas
  • Venta forzada de la propiedad ejidal y cambios en el uso del suelo con fines de desarrollistas (construcción de presas, vías ferroviarias, plantas industriales y carreteras)
  • Zona petrolera de Veracruz, zona nahua, mazahua y otomí del Estado de México, istmo de Tehuantepec, sierra Tarahumara, zona nahua de Guerrero y región del Papaloapan
CRISIS EN LOS PRECIOS DE PRODUCTOS AGRÍCOLAS
  • Caída o baja en los precios del café, henequén, azúcar, tabaco, cacao, naranja, tomate, aguacate, y otros
  • Chiapas, las huastecas, región chocho-mixteca-popoluca, sierra norte de Puebla, región totonaca de Veracruz, región nahua de Oaxaca y Puebla, región nahua de Veracruz, sierra chontal de Tabasco, región Huicot, y Península de Yucatán
  • Cancelación de la demanda de henequén
  • Península de Yucatán
  • Baja en la demanda de productos de palma ante la interrupción de plástico o fibras sintéticas
  • Montaña de guerrero, sierra Tarahumara y Oaxaca
  • Baja en la demanda de artefactos o insumos producidos en microescala por indígenas: cerámica, palma, frutas regionales, artefactos de madera, dulces regionales, etcétera.
  • Prácticamente todas las regiones.

14.- ¿Cuántas y cuáles son las regiones indígenas de México?

15.- ¿Qué son Mesoamérica, Aridamérica y Oasisamérica?

16.- ¿Cuántas lenguas y dialectos se hablan en la República Mexicana?

17.- ¿Qué diferencia a las lenguas de los dialectos?

18.- ¿Qué es una familia lingüística y a cuántas de ellas es posible adscribir las lenguas indígenas que existen en la República Mexicana?

19.- ¿Todas las lenguas indígenas que se hablan en México son originarias del territorio de nuestro país?

20.- ¿Qué características tienen las economías tradicionales indígenas?